jueves, 23 de abril de 2009

La maravilla de Sant Jordi

Hoy Barcelona se ha levantado con un tono intensamente rojizo y un aroma hipnotizador de papel impreso. La gente olvida durante un día los sinsabores cotidianos y se sumerge en la vorágine de ojos avizores buscando la novela que, durante unas horas o unas semanas, quizás les lleve a otra dimensión.
Espigas, rodeadas de senyeres y plástico transparente, protegen como guardaespaldas a la delicada rosa que espera, mágicamente, ser la protagonista de la sonrisa que iluminará la cara de quien será su futura propietaria.
Hoy es 23 de abril, la Diada de Sant Jordi.
La rambla Catalunya y Las Ramblas se llenan de tenderetes cubiertos por miles y miles de libros deseosos de convertirse en un instante de placidez, de tensión, de reflexión o de ternura. Algunos de ellos ya saben lo que es la fama de otros años, otros luchan por convertirse en uno de los anteriores, y también hay unos pocos que saben que solamente sentirán la luz del sol un día como éste y que, al atardecer, volverán a sus viejas cajas y dormitarán, entre pesadillas de frustración e ilusión por venir, el sueño de los olvidados.
Hoy es Sant Jordi en cada rincón de Cat
alunya.
Los presumidos envoltorios, que guarecen a los libros que han tenido más suerte, esperan con ansia el momento en que unas manos lo rompan y se conviertan en un trueque seductor con un perfume floral y un beso romántico. Hoy es un día durante el cual no importa la aglomeración de gente en las calles porque, todos y cada uno de sus miembros, forman parte de una religión entusiasta, pacífica y orgullosa de sí misma.
Porque hoy es Sant Jordi.
Porque hoy priman las rosas y los libros, porque hoy es un día especial en Catalunya, porque hoy somos un ejemplo para la gente opaca, una envidia para los adoradores de ídolos de barro y una espina para los que opinan que un libro es más peligroso que un revólver. Hoy es el día en que San Valentín siente celos porque sus ñoños y almibarados corazones se guardan en un rincón oscuro de un armario para dar paso a la luz de la lectura y el aroma de las rosas.
Hoy es Sant Jordi… ¡y que vivan los dragones de leyenda!

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