viernes, 13 de noviembre de 2009

El símbolo perdido. Muy perdido

Desde que terminé de leer la tercera aventura de Robert Langdon por estos mundos de dios (y nunca mejor dicho) que estoy pensando cómo escribir mis impresiones tras cerrar el libro “El símbolo sagrado”. Y todavía no lo sé.
Fui uno de los millones de lectores que se entusiasmó con las aventuras de Langdon por París, Londres y Escocia en el “Código da Vinci”.
Fui una de las millones de personas que –dejando de lado las exhibiciones con helicópteros y las explosiones en plena cara-, disfrutó con sus desventuras por Roma a través de los monumentos de Bernini.
He sido uno de los millones de apasionados devoradores de novelas que deseaban que llegara el 29 de octubre para empezar a leer la última novela escrita por Dan Brown y protagonizada por el único profesor de simbología que existe en el mundo… y me encuentro con esta parida mental, la cual –según el multimillonario escritor- tardó varios años en escribir.
Como dijo Jack el destripador, vayamos por partes.
Robert Langdon llega a Washington a última hora de la tarde porque le han llamado para realizar una conferencia sobre simbología. A partir de ese momento se desata una marabunta de acontecimientos que encontrarán su desenlace a primeras horas de la mañana del día siguiente. Si en “Ángeles y Demonios” la ayudaba Vittoria Vetra, la hija del científico muerto y en “El código da Vinci”, su partenaire femenina era Sophie Neveu, nieta del asesinado conservador del museo del Louvre Jacques Saunière, en “El símbolo perdido”, su acompañante es Katherine Solomon, hermana de su amigo masón. Porque, en esta ocasión, en lugar del Priorato de Sión nos encontramos con los secretos inconfesables de la Logia Masónica y sus acaudalados y poderosos seguidores. Y, como es lógico, no podía faltar el malo y Silas le da el relevo a Mal’akh, un amante disoluto de los anabolizantes, esteroides y tatuajes a tutti pleni.
Resultado una de las novelas más flojas, inverosímiles, estúpidas, fantasmagóricas –de fantasmada-, irritantes, ridículas e inaguantables que he leído en toda mi vida.
En definitiva, reúnes unos clones de los personajes de tus anteriores novelas, buscas una ciudad del mundo que posea algunos monumentos con anécdotas oscuras o misterios incluidos, permites que tu Indiana Jones sin látigo siga protagonizándola, buscas información en Google de alguna secta o sociedad secreta y… ladies and gentleman, con ustedes la nueva novela de Dan Brown.
¿No os lo creeis?.
Entrad en la página web: http://probar.blogspot.com/ y os podeis encontrar con lo siguiente:

Futura novela de Dan Brown

Arcas y Ruidos de Dan Brown

En la trastienda de una relojería aparece estrangulado John Jackson –un auxiliar de farmacia que resuelve crucigramas en griego, generalmente sin problemas– con un extraño símbolo escrito con sangre en su frente. Para el profesor Germà Terol no hay duda: La Fraternidad del Templo del Vampiro, que se enfrenta a la humanidad desde los tiempos de Rincesvinto, ha regresado. Acompañado de Betty, una joven agente de la CIA, y Ridley, un concejal jefe del distrito, Terol comienza una carrera contra el reloj mediante una búsqueda desesperada en las cataratas del Niágara, para aclarar el misterio del Coronel Sanders. Necesitará todo su conocimiento para descifrar las claves ocultas que La Fraternidad del Templo del Vampiro ha dejado a través de los siglos en unos manuscritos que hay en Barcelona y en una gasolinera de Buenos Aires, y todo su coraje para vencer al despiadado asesino, ya que el tiempo se agota y el precio del petróleo está en peligro.

«Arcas y Ruidos es una explosiva ficción bien contada y sobre todo muy documentada» (USA Today)

«Arcas y Ruidos es una seductora obra que pasará a la historia» (Le Monde)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Urtain, 100% puro teatro

Según el director:
La historia de un hombre pequeño, peleándose de verdad con el mundo, intentando saber quién es, intentando descubrir: «¿Qué he hecho yo para que todo lo que hago sea tan sucio?», como él mismo decía.
Según el autor:
Urtain fue un boxeador tan mediocre como era la España franquista de finales de los años 60 y comienzos de los 70 del pasado siglo. Sin embargo (o tal vez gracias a ello) alcanzó una gran fama y se convirtió en uno de los grandes personajes «mediáticos» de nuestro país. Se quitó la vida saltando desde la terraza de un décimo piso en 1992, cuatro días antes de que España purificara su imagen mundial a través de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Según yo, el público:
¿Cuántas veces has salido de un teatro todavía con las imágenes de los actores dándolo todo para que la función salga bien? ¿Cuántas veces, con sinceridad, te has levantado del asiento y, poniéndote en pie, has aplaudido a rabiar porque, las casi dos horas que has estado delante de un escenario, han sido como una comunión entre los actores y tú? ¿Cuántas veces has cruzado las puertas de un teatro y, tras aclimatarte al frío ambiente de la calle, el corazón sigue caliente por la pasión que has recibido desde el escenario? ¿Cuántas veces se te han humedecido los ojos frente a la interpretación que un actor hace de su personaje? Pocas, ¿verdad? Venga, sé sincero contigo mismo y dilo claramente; pocas.
Y si quieres vivirlo y gozarlo, no dudes en ir al Teatro Romea de Barcelona, o espera a que tu ciudad reciba al grupo Animalario con la obra “Urtain”. No lo dudes, haz ya cola para comprar las entradas para disfrutar de una de las mejores obras de teatro de los últimos años. El texto de Juan Cavestany, la dirección de Andrés Lima, las interpretaciones de Alberto Sanjuan, Marc Martínez, Luis Bermejo, Luis Callejo, María Morales y Estefanía de los Santos. Y por encima de todo, sin desmerecer a los demás pero mereciéndolo a él, Roberto Álamo ofreciendo una de las mejores interpretaciones que he visto en toda mi vida dando vida a Urtain y a José Ibar. Durante varios minutos he estado frente a la pantalla del ordenador intentando encontrar un adjetivo para calificar su trabajo, pero me ha sido imposible. Su interpretación está por encima de las palabras para tocar de lleno en los sentimientos. Puro placer verlo actuar.
Pura energía. Pura magia. “Urtain” y Animalario. Cien por cien teatro.