viernes, 29 de mayo de 2009

Benjumea de los infiernos

El personaje de la fotografía se llama Ricardo Benjumea y es el redactor jefe de Alfa y Omega, la publicación del Arzobispado de Madrid –es decir, de Rouco Varela- que cada jueves se distribuye en los kioscos con el diario ABC,
Y este personaje es el autor de la apología de la violación más asquerosa que he leído en mi vida y que se publicó ayer en su católica-apostólica-romana revista.
En ese artículo, titulado “La violación, ¿fuera del Código Penal?”, el tal Benjumea escribe perlas como las siguientes: “Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal". O también teorías filosóficas tan modernas y optimistas como esta: “"Ése es el ambiente cultural en el que vivimos, y, sin embargo, la inmensa mayoría de los españoles consideraría una aberración que se sacara la violación del Código Penal, aunque, a sólo cien metros, uno tuviera una farmacia donde comprar, sin receta, la pastilla que convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute”.
Lo más vomitivo de todo es que el mencionado autor de las gestas del gran español, tiene el morro de empezar el texto diciendo “"Nada más lejos de mi intención que frivolizar con la violación" y llega a comparar la despenalización del aborto con la píldora poscoital.
Iba a empezar la siguiente frase escribiendo la palabra Señor pero, tras comprobar el apellido que iba a escribir detrás, he decidido que este tipo no merece un apelativo de cortesía.
Por lo tanto, iniciaré la frase de otro modo.
Benjumea, tarugo, tan sólo te pediría un favor, sólo uno pequeñito. ¿Podrías irte a la frontera de Pakistan y Afganistán durante una semana? Me dicen que están en guerra para cazar el máximo de fundamentalistas musulmanes. Como yo no veo ninguna diferencia entre ellos y tú, te deseo lo mejor con tus nuevos amiguitos.
Y si no quieres ir, te propongo otra idea, ¿por qué no te dejas pillar y te dejas encerrar unos dias en el antiguo penal de Abu Grahib –sí, ese que se hizo tan famoso por las torturas que los americanos hacían a sus prisioneros- y te dejas violar un poquito – nada, cinco o seis veces diarias- por sus porras con pinchos? No creo que te preocupe ya que yo, contigo, no frivolizaría nunca con la tortura y la violación.
Pero, como dijo Jesucristo, aquel al cual gentuza como tú y Rouco Varela decís que seguís, –y que si os hubiera conocido, seguro que se hubiera clavado él mismo los clavos en las manos para perderos de vista- ya moribundo en la cruz: “Padre –y en este caso Madre, Hermana, Abuela, Prima, Amiga y Mujer en general- perdonadlo porque no sabe lo que dice”.
Mi última pregunta es muy sencilla y llana; este tipo tendrá madre, ¿no? Pues señora, lo siento por usted, de verdad.

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