martes, 19 de mayo de 2009

¡Libertad Aung San Suu Kyi!

Birmania –o Myanmar como deseemos llamarlo- padece una dictadura militar desde 1962.
Desde hace más de 45 años, el pueblo birmano es torturado, masacrado, esclavizado y asesinado por una junta militar que solamente responde a los designios de sus carteras y sus cuentas corrientes en paraísos fiscales. Un clarísimo ejemplo lo dio el actual jefe de la Junta Militar, Than Shwe, cuando él y su familia dieron la campanada el año 2006 al divulgarse un vídeo sobre la boda de su hija, que aparecía portando en torno al cuello y peinado decenas de brillantes del tamaño de una nuez, y quien, según se dijo entonces, recibió regalos por valor de 50 millones de dólares.
Desde hace más de 45 años que animales con etiquetas de dictadura castrense han convertido a uno de los países más ricos y prósperos de Asia en uno de los más pobres del mundo. La insostenible situación económica fue el detonante de las protestas prodemocráticas que en marzo de 1988 empezaron a brotar de las universidades, hasta el fatídico 8 de agosto del mismo año cuando centenares de estudiantes murieron víctimas de la brutal represión en las calles de Rangún.
La necesidad de frenar la fiebre revolucionaria llevó a los militares a anunciar la celebración de elecciones libres en 1990. Pero el régimen no esperaba una derrota en las urnas. La Liga Nacional para la Democracia (NLD) liderado por Aung San Suu Kyi, hija de uno de los líderes de la independencia birmana, logró 396 de los 485 escaños del Parlamento, los militares se aferraron al poder y se negaron a transferir el gobierno hasta que se redactara una nueva Constitución, siempre bajo su aprobación.
Los birmanos lograron que el mundo volviera fijarse en ellos en septiembre de 2007 cuando miles de monjes budistas se echaron a la calle contra la Junta Militar. Desgraciadamente, las pocas imágenes que pudieron pasar la frontera birmana todavía están en nuestras retinas.

Un año más tarde, en mayo de 2008, el ciclón "Nargis" azota aún más a la ya castigada población myanma. Más de 30.000 muertos (podrían ser 100.000, según Naciones Unidas), decenas desaparecidos y una incalculable cantidad de personas que han podido perder sus casas volvieron a acaparar la atención de la comunidad internacional, mientras la Junta militar ponía -¡y sigue poniendo!- todo tipo de trabas a los cooperantes extranjeros y al reparto de la ayuda humanitaria llegada de todos los rincones del planeta.

En 1989, Aung San Suu Kyi es puesta bajo arresto domiciliario. Desde ese año, su vida ha sido una un continuo ir y venir de la cárcel al arresto domiciliario sin posibilidad de conexión con el exterior, sin televisión ni radio, y con todos sus escritos pasando la censura militar.
Ayer, tras la fantochada de decir que un ciudadano americano había entrado en su casa, Aung San Suu Kyi se inició un nuevo juicio contra ella. Le quedaban pocas semanas para que su última condena expirara y el pueblo birmano viera como su líder podía volver a la calle.

Desgraciadamente esto no ocurrirá. La ganadora del Premio Nóbel de la Paz en el año 1991 –y que el próximo 19 de junio cumplirá 64 años-, verá como los poderes fácticos birmanos, títeres del régimen chino que cuida con mimo su cabra llena de ubres de petróleo, la volverán a condenar a una incomunicación estricta para que, de ese modo, todos los países del mundo podamos dejar de oír los gritos angustiados de un pueblo orgulloso que lo único que quiere es vivir en paz. Mientras tanto, la ONU, EE.UU. y la Unión Europea discuten sobre el modo de endurecer las sanciones al gobierno birmano.
¿Sanciones al gobierno birmano? ¿Tan imbéciles son que creen que estas sanciones fastidian al gobierno? ¿Y al jodido pueblo no?.
Cada vez me da más asco.

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