martes, 10 de marzo de 2009

Nada, eso es la edad

Me pregunto, ¿todos los textos incluidos en un blog han de ser escritos por el autor del mismo? ¿Y si no tienes nada que decir en una semana o lo que escribes es tan malo que no te atreves a releerlo ni tú mismo? Pues bien, he decidido que algunos textos serán escritos por otras personas, especialmente, si alguno de los e-mail que recibo de mis amigos incluyen uno realmente bueno. Como es el caso. Sinceramente, me siento muy identificado con el tipo este, o sea, como si fuera mío. Aquí está:
“Me han diagnosticado que padezco SADAE: Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad. Se manifiesta así:
Decido lavar el coche. Al ir hacia el garaje, veo que hay correo en la mesita de la entrada. Decido echar un vistazo a las cartas antes de lavar el coche. Dejo las llaves del coche sobre la mesa del recibidor, voy a tirar los sobres vacíos y los anuncios en el cubo de la basura y me doy cuenta de que está lleno.
Decido dejar las cartas, entre las que hay una factura, en la mesita del recibidor, y llevar el cubo a vaciar en el contenedor. Entonces pienso que, ya que voy al contenedor, puedo pagar la factura con un cheque y echarlo en el buzón que está al lado del contenedor. Saco del bolsillo el talonario de cheques y veo que sólo queda uno. Voy al despacho a buscar otro talonario y encuentro sobre la mesa la Coca Cola que me estaba bebiendo y se me había quedado olvidada. Retiro la lata para que no se vierta sobre los papeles y noto que se está calentando, por lo que decido llevarla a la nevera. Al ir hacia la cocina me fijo en que la maceta con cactus de la cómoda de la entrada está sin agua. Dejo la Coca Cola sobre la cómoda y descubro las gafas de cerca que he estado buscando toda la mañana. Decido llevarlas a mi escritorio en el despacho y después, poner agua a los cactus. Llevo las gafas al despacho, lleno una jarra de agua en la cocina y de repente, veo el mando del televisor. Alguien se lo ha dejado en la mesa de la cocina. Me acuerdo que anoche lo estuvimos buscando como locos. Decido llevarlo al salón, donde debe estar, en cuanto ponga el agua a los cactus. Echo un poquito de agua a los cactus y la mayor parte se derrama por el suelo. Por lo tanto vuelvo a la cocina, dejo el mando sobre la mesa y cojo unos trapos para secar el agua. Voy hacia el hall tratando de recordar qué es lo que quería hacer con estos trapos. Al final de la tarde el coche sigue sin lavar, no he pagado la factura, el cubo de la basura está lleno, hay una lata de Coca Cola caliente en la cómoda, los cactus siguen sin agua, sigue habiendo un solo cheque en mi talonario, no consigo encontrar el mando de la tele ni mis gafas de cerca, hay una fea mancha en el parquet de la entrada y no tengo ni idea de dónde están las llaves del coche. Me quedo pensando cómo puede ser que sin haber hecho nada en toda la tarde haya estado todo el rato danzando y me encuentre tan cansado”.

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