domingo, 1 de marzo de 2009

Joder, que se nos ha ido el Rubianes

No se vale. No juego. Esto no me lo habían dicho cuando me explicaron las reglas. Así no, joder. Todos nosotros seguro que conocemos cinco, diez, incluso quince nombres de seres inhumanos, malnacidos, puercos indecentes que arrastran su vida entre mierda y pus mientras joden las vidas de los que le rodean. Dictadores de Latinoamérica, Asia o África, potentados de grandiosas empresas, jefecillos rompehuevos, conocidos que sólo merecerían vivir en una isla desierta, sin agua ni comida y rodeados de tiburones, gente que desearíamos que sus vidas hubieran sido más breves que un pedo de doncella pero que, pese a nuestros deseos más morbosos siguen estando vivos. En cambio va y se nos muere Pepe Rubianes por un puto cáncer de pulmón que le detectaron en abril del año pasado. Que no, coño joder hostia. Que este humano no tenía que morir todavía, que éste daba vidilla a quienes le rodeaban, fueran amigos, conocidos o simples seguidores de sus espectáculos. Pepe, que el sol de África brilla hoy un poquito menos porque no estás bajo él, que los niños sudaneses han derramado una lagrimita porque ya no podrán ver más tu sonrisa de pillo rebelde, que todos los teatros del mundo deberían dejar hoy los telones a media altura en señal de duelo porque te has ido. El mejor exponente del hombre sin fronteras, el gallego con alma de catalán, con el corazón africano y la mente en la utopía, el humorista por excelencia, el monologuista punzante, el grano en el culo de los fachas. Que no, Pepe, que tú no. Que las gambas y los camarones de tu bar imaginario han dejado de bailar por soleares y están cantando una saeta en tu honor. Aunque, al menos, nos queda la esperanza que se haya podido reunir con Gila, Eugenio, Lenny Bruce y tantos otros humoristas o “alegradores” de vidas para formar un “Club de la Comedia celestial” y partirse de risa hasta que, incluso los agujeros negros del Universo, se pongan rojos por el sofoco.

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