María y Daniel, mellizos con fuerza

María y Daniel nacieron el 14 de mayo en un hospital de Guipúzcoa. 

María y Daniel son mellizos y, a pesar de lo que digan sus familiares, no son guapos, como ocurre con el cien por cien de los niños y niñas recién nacidos. Después ya empezarán a recibir la información genética, pero todos los humanos somos feos al nacer, con la piel arrugada, los ojos cerrados y con enormes ojeras, vientre hinchado y brazos y piernas simiescas. Y esta es la verdad. 

Pero Daniel y María poco después de nacer, cuando los colocaron uno junto al otro en su primera cama-cuna se cogieron de la mano y una foto los ha inmortalizado. Y la foto de Daniel y María ha dado la vuelta al mundo. 

Unos dirán que es enternecedor, otros pensarán que lo han hecho como si supieran los que les espera fuera y, como los mosqueteros, se enlazan los dedos para unir sus fuerzas con un claro todos para uno y uno para todos. Poco podemos presuponer de sus motivos porque, al igual que con el tema de la fealdad, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los humanos no nacemos con las células grises muy desarrolladas precisamente, sino más bien lo contrario, pero el gesto de Daniel y María, de María y Daniel tiene una fuerza sobrecogedora, una sensibilidad que derriba muros y, seamos utópicos, un mensaje brutal hacia toda esta humanidad deshumanizada, hacia esos verdugos de puro y fajo, hacia esos ególatras teocentristas que mantienen su dedo pulgar hacia abajo cual falso Nerón. 

Y Daniel y María, María y Daniel, que todavía no saben ni encontrarse todavía el ombligo se agarran de la mano y dan su primer y alucinante mensaje de bienvenida al mundo.