lunes, 13 de mayo de 2013

El evangelio de Judas no es falso

"Más falso que Judas", "me traicionas como Judas", "no me seas Judas".
Frases que, quien más quien menos, ha pronunciado alguna vez en su vida. Por otro lado, ¿alguien tiene un amigo o conocido que se llame Judas? 

Desde el principio del cristianismo que la palabra o nombre Judas ha sido sinónimo de lo más vil, rastrero e indigno que puede contener el ser humano. Y todo por culpa de unos evangelios escritos por unos personajes que vivieron alrededor de trescientos años después del acontecimiento de los hechos que describen, y como mancillar, menospreciar o discutir a la iglesia católica, apostólica y romana es considerado todavía como una afrenta al propio principio de la vida –precisamente ellos que, durante siglos no se han dedicado más que a llevarse a su reino de los cielos a millones de seres humanos en guerras fratricidas por el nombre de Dios, entre otras lindezas de las que no quiero ni pienso escribir, al menos hoy, porque no quiero mancharme los dedos-, resulta que a Judas Iscariote lo convirtieron en el villano y culpable de las calamidades que, frente a los romanos, hubo de pasar aquel predicador judío que fue conocido como Jesús de Nazaret

Pues bien, resulta que el conjunto de papiros que a mediados de los años setenta del siglo pasado fueron encontrados a las afueras de El Minya, en Egipto, a orillas del río Nilo, un códice que contenía un fragmento de los evangelios de Judas que se creían desaparecidos, tras abrumadoras pruebas como la paleografía, la datación por radiocarbono o el análisis de tinta, National Geographic Society, a pesar de no poder afirmar categóricamente que son auténticos, aseguran al cien por cien que no son falsos. 

O sea, que, lo que ese códice mencionaba del hecho que fue el propio Jesús quien pidió a su mejor amigo Judas que lo entregara a las autoridades puede ser cierto, entre otras vicisitudes que el Vaticano ha intentado esconder u oscurecer a lo largo de los siglos. 
Y esto es sólo el principio. 

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