domingo, 25 de enero de 2009

El dinero del money de l'argent

Hace unos días escuché en televisión que a una persona de Madrid la habían tocado 57 millones de euros en el Euromillón. Sí, lo he escrito bien, 57 millones de euros, es decir, nueve mil cien millones de las antiguas pesetas. Cuando inicié este blog me prometí a mí mismo que no escribiría palabras malsonantes pero... JODER... ¡nueve mil cien millones de pesetas!. Es que te provocan a escribirla... JODER. Si, tengo una envidia que me corroe por dentro de una forma que, incluso, las gotas de sangre que quieren pasar ahora mismo por mi garganta, han de pedir permiso a la mala leche para que les deje pasar. Y empiezo a pensar en la gente hipócrita e imbécil que dicen frases tan estúpidas e ignorantes como que, "el dinero no da la felicidad" y, sobre, todo, "¿pero qué harias con tanto dinero?". Esto, ¿respondo o no hace falta?. Pues sí, mira tú por dónde, voy a contestar. Respuesta a la primera pregunta. Es cierto, el dinero por sí solo no da la felicidad, pero: a) si tienes dinero y no tienes amor, ejem ejem. ¿Se entiende?. Por si acaso no es el caso que sea entendible, si te compras un deportivo, una isla, un helicóptero o un jet privado, vas a comer y cenar a los mejores restaurantes del mundo en limousine y te acuestas en las suites de los mejores hoteles, has de ser un auténtico cuadro de Miró con patas si no encuentras uno, dos o veintitres amores en cinco minutos. b) si tienes dinero y poca salud, puedes conseguir al mejor especialista del mundo en tu enfermedad para que te alivie y c) si tu enfermedad es incurable, ¿no será mejor morir donde te de la gana (en la terraza de tu exclusiva casa frente a una playa del Caribe, por ejemplo) que en la puñetera cama de una habitación de la SS (Seguridad Social)? Respuesta a la segunda pregunta: qué hacer con tanto dinero. Si eres un amante del trabajo, dejar el actual y te montas tu propio negocio, sabiendo que, si no sale bien, tienes las espaldas lo suficientemente cubiertas como para no necesitar trabajar nunca más en la vida y darte la vida padre. Y si el trabajo te ahoga y no quieres trabajar nunca más... ir directamente al final de la anterior frase. En definitiva, aquí me quedo yo con mi envidia, mis sueños de que algún día sea yo el protagonista de una noticia similar y, por encima de todo, deseando que el afortunado o afortunada de los nueve mil cien millones de pesetas no esté sentado en la cama de su habitación, con una mano apoyada en la barbilla, preguntándose qué puede hacer con tanto dinero, porque no es feliz.

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