lunes, 19 de enero de 2009

Un arBushto seco

Me gusta la política, no lo niego, soy así de raro. Me gusta seguir las elecciones, leer las incoherencias de los políticos en sus mítines y comprobar el grado de hipocresía de sus promesas. Me gusta seguir las encuestas y los resultados finales por televisión… pero hay límites y George Bush ha conseguido, no sólo traspasar este límite sino crear un nuevo modelo de político; la inoperante marioneta.
Bush deja la presidencia de los USA y dejará de USAR la poltrona de la Casa Blanca para dedicarse a lo que mejor saber hacer, sentarse en la tumbona de su rancho de Texas con un vaso de agua en su mano –recordemos que dejó la bebida hace años, pero los efectos de ella le siguen llenando su ¿cerebro?-, y en la otra un libro de cuentos infantiles, de vuelta al revés, mientras su señora madre le relata las ventajas del evangelismo.
Bush se va y la foto de las Azores tan sólo será un recuerdo maldito de los tres co-jinetes, o cojoncetes, de la Apocalipsis. Bush y su troupe de payasos neocons se dedicarán a realizar conferencias, escribir libros y rememorar viejas batallitas, sin darse cuenta que esas batallitas seguirán siendo guerras en las mentes de los demás.
Gracias Jorge Arbusto porque tus ocho años en el gobierno de la nación más –según ellos- poderosa del mundo han terminado. Lástima que no te cogiera un delirium tremens en las elecciones que “ganaste” frente a Al Gore y, mirando hacia el futuro, espero que tu padre, George Bush senior, no se líe la manta a la cabeza y no consiga, como dijo hace unos días, que veamos a tu hermano Jeb –sí, el gobernador de Florida que tuvo tanto que ver en tu victoria-, como presidente de los EEUU en breve.
Vete a dormir la mona bajo los pozos petrolíferos de tu Texas natal y déjanos en paz. Amen.

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