lunes, 19 de junio de 2017

Fiesta en la madriguera de Juan Pablo Villalobos

A Tochtli le gustan los sombreros, los diccionarios, los samuráis, las guillotinas y los franceses. Pero Tochtli es un niño y ahora lo que quiere es un nuevo animal para su zoológico privado: un hipopótamo enano de Liberia. Su padre, Yolcaut, un narcotraficante en la cúspide del poder, está dispuesto a cumplir todos sus caprichos. No importa que de trate de un animal exótico en peligro de extinción. Porque Yolcaut siempre puede. Tochtli vive en un palacio. Una madriguera cubierta de oro en la que convive con trece o quizás catorce personas: matones, meretrices, dealers, sirvientes y algún político corrupto. Y además está Mazatzin, su profesor particular, para quien el mndo es un lugar lleno de injusticias, donde los imperialistas tienen la culpa de todo. Fiesta en la madriguera, una excelente y más que prometedora primera novela, es la crónica de un viaje delirante para cumplir un capricho. Cabezas cortadas, ríos de sangre, restos humanos, montañas de cadáveres. La madriguera está en México y ya se sabe: México a veces es un país magnífico y a veces es un país nefasto. Las cosas son así. La vida, al fin y al cabo, es un juego y una fiesta.

Opinión: Reconozco que caí en la trampa. Quien bien me conoce sabe que hay temas que me atraen especialmente, el Londres victoriano, la segunda guerra mundial y el narcotráfico mexicano y, a leer las diversas críticas de Fiesta en la madriguera, consideré que era un libro que bien merecía la pena leer. Y caí en la trampa. Caí en esa trampa en la que siempre había prometido no caer; la trampa de las críticas rimbombantes, casi maniqueas, donde una originalidad seguro que se convierte en algo extraordinario, y no toda originalidad es innovadora. Los críticos dicen que es una muy buena novela porque describe la sin vida que llevan los narcos, es decir, forrados de dinero pero encerrados en palacetes en el desierto, con miedo a mostrar incluso parte de su sombra por el resquicio de una ventana para que no los balaceen, pero bajo el prisma de Tochtli, un niño de doce o trece años. El tema puede ser original, pero el modo de expresarlo, de escribirlo está falto de ingenio, de inventiva y, sobre todo, de verosimilitud. Vamos, que no me creo ni por un segundo lo que ocurre en ninguna de las líneas de este libro.
Por cierto, lo único bueno que puedo decir en general de él es que contiene muy pocas páginas. En esto sí que felicito a Juan Pablo Villalobos por su simpleza porque llega a ser un poco más largo y, con toda seguridad, no lo termino.

Valoración personal (de 0 a 10): 6,2

No hay comentarios:

Publicar un comentario