jueves, 20 de diciembre de 2012

La nieta del señor Linh de Philippe Claudel

Una fría mañana de noviembre, tras un penoso viaje en barco, un anciano desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que ha acabado con su familia y destrozado su aldea. La guerra le ha robado todo menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu, que en su idioma significa «Mañana dulce», una niña tranquila que duerme siempre que el abuelo tararee su nana, la melodía que han cantado durante generaciones las mujeres de la familia. Instalado en un piso de acogida, el señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado desenlace, profundamente conmovedor. 

Opinión: Son solamente ciento veintiséis páginas. Hay quien lo consideraría más un folletín largo que una novela. Hay quien creería que, por este número de páginas, mejor no editarlo como libro sino como un conjunto de relatos. Hay quien, hay quien; que de opiniones hay para todos los gustos. Pero estas ciento veintiséis páginas me han permitido adentrarme en una auténtica NOVELA. Sí, no me he equivocado, lo he escrito en mayúsculas. La nieta del señor Linh es pura belleza, pura interioridad que se desborda hacia el exterior, puro arte de la escritura, pura magia con letras, puro viaje hacia lo insondable de la propia alma. Cada palabra no dicha por el señor Linh, cada visión filtrada a través de sus viejos y cansados ojos, cada gesto corporal del señor Bark, cada imagen que percibes de Sang Diu, son explosiones de magnificencia, inspiraciones de un aire especial. 
Philippe Claudel ha conseguido, en ciento veintiséis páginas, lo que muchos autores no pueden ni con más de quinientas: a través de los ojos, entrar en tu interior y tocarte en lo más profundo, desde el principio hasta su inesperado y conmovedor final. 

Valoración personal (de 0 a 10): 8,9

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