miércoles, 17 de octubre de 2012

De "El clan de la una" a "Al mil por mil"

Años 70. 
Recién entrado en la adolescencia y con muchas inquietudes musicales, en televisión española -con ese único canal para todos-, pequeños espacios irreductibles y recónditos, como los galos frente a los romanos, nos sugerían que otros estilos de música existían en el universo, aparte de Juan y Junior, Joan Manuel Serrat, Antonio Machín, Boney M y compañía. 
Programas como Mundo Pop con Moncho Alpuente dejaban al españolito de a pie, al Botejara que tan bien describió Alfredo Amestoy años más tarde, con el paso cruzado tras la horrenda visión de pelambreras hasta los hombros y guitarras y baterías haciendo ruido. Fue el nacimiento del célebre chumba-chumba
Pero en la radio, un canal de communicación mucho más directo, más independiente, más creativo y, sobre todo, más libre, existían dos programas, casualmente presentados por la misma persona, que no tan sólo presentaba música sino que daba vida. Me refiero a los programas El clan de la una y Al mil por mil, ambos presentados por esa increíble voz radiofónica que tenía por nombre Jose María Pallardó
El clan de la una un programa de lunes a sábado a partir de la una del mediodía y que, durante cuarenta y cinco minutos te llevaba a horizontes desconocidos, te llenaba de notas que no sabías ni que podrían existir, te arrullaba con rasgueos de Led Zeppelin, Deep Purple, David Bowie, Eloy, Jethro Tull, Yes, The Who y tanto otros grupos y artistas del panorama internacional. A partir de las dos menos cuarto del mediodía tu mundo se ralentizaba, volvías a la rutina pero con un síndrome de abstinencia constante hasta que llegaba la hora de Al mil por mil, donde el mismo Pallardó se rodeaba de personajes tan fantásticos, exquisitos, irónicos e irrepetibles como Tito B. Diagonal (interpretado por el gran y desaparecido comunicador Jordi Estadella) desde su locutorio “verde y oro” y desde donde daba las “buenas noches… a casi todos” tras comentar alguna anécdota de su amigo (poniendo una voz exageradamente pija) Tato Ganduxer, o como Françoise con esa voz tan sensual, que consiguió poner muchas gallinas de piel
Pero controlándolo todo, en los mandos del globo aerostático seguía Jose María Pallardo, nuestro gurú especial, nuestro abridor de mentes, el precursor de los sin fronteras, porque cuando escuchábamos sus programas en Radio Juventud nos sentíamos más europeos que nunca. 
Desde el momento que escuchábamos su famoso “hola pops”, nos poníamos en sus manos como apóstoles incansables de su sapiencia musical.
Larga vida a Pallardó y los inolvidables minutos musicales que nos hizo mamar.

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