viernes, 13 de febrero de 2009

A un lugar

Como una sombra, transpirando tranquilidad y dejando libre la imaginación a un movimiento relajado y placentero. La estrecha calle se transforma en un acceso que huye de la mediocridad y permite recogerse bajo la luz que da vida a los muros silenciosos. Un instante, un mínimo instante infinito, colgado en el tiempo del pasado, posa su huella en el presente de exposición fija para llegar a un futuro de recuerdo vago y esquivo. La soledad inunda el adobe de la memoria y rememora el eterno raudal de pasos hacia ninguna parte, el moho de las rendijas recapitula y se cobija ante los aullidos de posibles desesperos sangrantes pero, a su vez, se refugia cálidamente junto a escondidos remolinos de pasión de corta vida. No es oro todo lo que reluce, ni aun si el mismo oro ha sido bruñido por la piel más exquisita. Pero tampoco es basura todo lo que embrutece, ya que un destino deseado enmudece frente a los deslices enfermizos hasta cotas en que, el mismo amor, se desmiembra con su propio fuego. Negro sobre sepia, paz sobre convulsión, pasos frente al vacío, huida hacia uno mismo, brazos que se rodean entre ellos, mirada a la lejanía, invocación a lo desconocido, momento fotografiado en total armonía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario