martes, 3 de febrero de 2009

Bar Cel Ona

Barcelona es un inmenso calidoscopio que te hipnotiza a cada instante. Barcelona es la atractiva y anárquica unión de azules, grises, verdes y marrones. Barcelona es una fusión de mediterráneo calmado y Montjuich armado con gotas de pacífica Collserola. Barcelona es el gótico románico de medieval y romántico modernismo. Barcelona es Gente en mayúscula, es paseos infinitos por estrechas callejuelas o por avenidas abiertas. Barcelona es inspiración profunda entre vasos medio terminados. Barcelona es la profundidad del misterio con ribetes superficiales de candidez histórica. Barcelona es plena, orgullosa, con una complicada simpleza que fascina a quien la descubre, con jardines espectaculares y macetas de geranios en balcones que recogen el aire entre sábanas colgadas, con museos de una pieza y masas descompuestas, con música en las esquinas y silencios en la penumbra, llena de modas pasajeras que forman un abanico de modos con pasaje hacia el futuro. Barcelona es una cara con infinidad de lenguas y con ojos bien abiertos. Barcelona es un mundo abierto de futuro inacabado, pero con pasado inacabable, mezcla de ritmos étnicos compuestos para guitarra española y djembé, con toques de didgeridoo y tenora. Barcelona es una gigantesca sardana bailando al ritmo de la rumba, una crema catalana en tarrinas de arcilla andaluza, un soñado banquete aderezado con jamón extremeño, vino gallego y especies magrebíes. Barcelona es la luz que enciende sin descanso el dedo de Colón, es la ironía de la finta del Crist de Lepanto, es la paciencia de las eternas torres de la Sagrada Familia, el desespero del Desconsol de Llimona, la sonrisa de las floristas de la Rambla, la seriedad del MNAC, la incongruencia del Museu Tàpies, la belleza guardada y encerrada de los cisnes en el claustro de la Catedral, la uniformidad a rajatabla de las manzanas del Eixample, la esperanza ávida de cambios del futuro Zoológico Marítimo en la zona Forum, la amplitud de miras del Crist del Tibidabo, la incoherencia despreciada de las ruinas de la plaça de Madrid, la pasión de Santa María del Mar, la inacabable paleta de colores de la Plaça Reial, la elegancia de la plaça de Sant Jaume, el realismo del Raval, el fluido y sonoro movimiento de los mástiles de los veleros en el Port Olímpic, el desparpajo del Paral.lel, la hermosa desnudez de la playa de la Barceloneta, la genialidad opiacea del Parc Güell, la esbeltez de la moda del passeig de Gràcia, la vejez rejuvenecida de la Biblioteca de Catalunya, el renacimiento del fénix del Liceu, la muerte luchadora del Fossar de les Moreres, la odiada y protestada muerte de los cañones de Montjuich, el sorprendente "poti-poti" de las paradas de la Rambla, la inocencia infantil de las atracciones del Tibidabo, el dulce sabor del chocolate del carrer Petritxol, la fiesta universal de Gracia y Sants, la lucha por el carácter del Poble Nou, el escote del hambre del carrer Escudillers, la tranquilidad sobre pedales dels Quatre Gats, el pasado emigrante de la Verneda, el colorido iridiscente del barri de la Ribera, la plenitud placentera del rompeolas, la pureza entre notas del Palau de la Música, el patchwork turístico del Pueblo Español, la magia colorista de les Fonts de Montjuich, el esfuerzo humano de les Drassanes, la pureza de espíritu de Santa Llúcia, la vanidad esperpéntica de la Meridiana, el placer en grado sumo en la plaça Raquel Meller, el horror en grado frustrante de la Modelo, La ciudad sin tiempo, La sombra del viento, La catedral del mar, El juego del ángel, La ciudad de los prodigios, Una novela de barrio, Donde la ciudad cambia su nombre, La plaça del Diamant. Barcelona. Bar Cel Ona. Mar y montaña. Visc a Barcelona.

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