martes, 29 de septiembre de 2009

Un actualizado Conde de Montecristo

Si entras en internet y lees la sinopsis del libro El impostor de Jeffrey Archer te encontrarás con lo siguiente:
“Danny Cartwright es un joven de clase obrera a punto de casarse y ser padre. Una fatídica noche, sale a celebrar su compromiso y el hermano de su prometida es acuchillado en una pelea callejera y Danny es acusado del homicidio, por lo que es condenado a veinte años de cárcel por homicidio. En prisión comparte celda con Moncrieff, un oficial del ejército injustamente condenado por desacato, y su chofer Big Al. Junto a ellos aprovecha para mejorar sus modales y sus conocimientos mundanos. En una reyerta carcelaria Moncrieff es confundido con Danny y asesinado. El asesinato abre la vía para que Danny pueda suplantar la identidad del difunto oficial. Así, semanas más tarde, Danny sale en libertad bajo el nombre de Nicholas Moncrieff dispuesto a reclamar su herencia, recuperar su vida y ejecutar su venganza.”
Intuyes que puede ser un buen libro y empiezas su lectura. Y lees. Y lees. Y no puedes dejarlo porque crea adicción, te hipnotiza su historia aunque, desde un principio, no dejas de creer que es la versión actualizada de un nuevo Conde de Montecristo y, lo más curioso es que uno de los libros que el protagonista más lee durante su estancia en la prisión son las desventuras que escribió Alexandre Dumas, como si Archer diera un guiño al lector demostrando que, efectivamente, Danny Cartwright, el protagonista de su novela, seguidor del West Ham y habitante de la zona del East End londinense podría ser un descendiente directo de Edmundo Dantés, y que sir Nicholas Moncrieff podría encontrar en su árbol genealógico alguna conexión con el Conde de Montecristo. Ágil, amena, con momentos realmente electrizantes, con unos pasajes –como los que el protagonista vive en la prisión y, páginas más tarde en Ginebra- donde no puedes dejar de admirar la perfecta trama que Jeffrey Archer ha urdido.
Curiosa vida la de Jeffrey Howard Archer, un aristócrata inglés (es el barón Archer de Weston-super-mare) que estuvo encerrado en prisión durante cuatro años por dos delitos de perjurio y otros dos de obstrucción a la justicia cuando le acusaron de aprovecharse de material confidencial cuando compró miles de acciones de una cadena de televisión británica -de la que su esposa, Mary Archer había sido directora- poco antes de que esta cadena fuera adquirida por una empresa europea.
Hijo de un bígamo, timador y prófugo de la justicia, Jeffrey Archer ha sido el miembro más joven de la Cámara de los Comunes, vicepresidente del partido Conservador inglés y, desde 1992, lord con carácter vitalicio, pero también ha sido uno de los hombres más avispados y ladinos del Reino Unido. Baste un ejemplo para demostrarlo, tal y como recoge un artículo que publicó un periódico nacional en agosto de 2002:
“En 1987 el periódico The Daily Star le acusó de pagar 2.000 libras esterlinas a la prostituta Mónica Coghlan y declararlas como dietas de viaje. Entonces demandó al rotativo y éste tuvo que darle 500.000 libras, la mayor indemnización por perjuicios registrada en la historia del derecho británico. La mentira se descubrió 12 años después y Archer tuvo que devolver el dinero cobrado.”.
Sin comentarios.

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