miércoles, 26 de julio de 2017

Equilibri de Blaumut

Yo estuve en Canet Rock. Estuve en el concierto donde Lluís Llach cantó por primera vez Campanades a mort con su emocionante assassins de raons i de vides. Fui testigo de las correrías policiales tras salir de un concierto de la Elèctrica Dharma. Disfruté de los Sopa de Cabra en Zeleste. Fui… joder, ¡parezco ya el replicante de Blade Runner recordando la puerta de Tanhauser!
Pero, reconozcámoslo, tengo una edad.

En el 2012 un grupo de chavales de Barcelona se daban a conocer en el mundo discográfico con su primer trabajo, titulado El turista, donde ya empezaban a demostrar un especial sentido de la producción, añadiendo a los típicos instrumentos del pop-rock, arreglos para cuerdas, y temas como Bicicletes o Pa amb oli i sal, sonaban con cierta insistencia en las emisoras catalanas.
Tres años más tarde, Xavi de la Iglesia, Oriol Aymat, Vassil Lambrinov i Manel Pedròs, volvían a unirse para crear su segundo trabajo, El primer arbre del bosc, donde demostraban los fuertes pilares que habían insinuado en su anterior álbum y sus composiciones se hacían mucho más globales, apartándose del típico pop-rock de barretina que tanto había inundado la música en Catalunya en las últimas décadas, y canciones como Amsterdam, Cartes de l’orient o Passes la página en blanc te dejaban con una sonrisa en los labios deseando que este grupo tuviera un buen futuro.

Y ese futuro ha empezado a llegar este año con la publicación del tercer disco, Equilibri, donde Blaumut ya se ha convertido, en mi opinión, en uno de los mejores grupos que han existido en nuestro pequeño país, con unas composiciones que bien podrían haber firmado grupos anglosajones, unos arreglos y unas producciones dignas de la mejor mesa de mezclas y unas baladas que la piel de pollo se conecta casi de inmediato con temas como el instrumental El camí dels elefants o cantados como Atlàntida, Houston, Equilibri o Demà donde la voz de Xavi nos lleva a través de letras con carne y alma y las cuerdas del cello y el violín de Oriol y Vassil, respectivamente, nos remueven las entrañas.
Deseo que el futuro próximo de Blaumut siga teniendo la venia de las musas y que mis oídos puedan escuchar sus composiciones.

Valoración personal (de 0 a 10): 8,9

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