domingo, 25 de marzo de 2012

"El experimento" de Sebastian Fitzek

Tres mujeres han desaparecido sin dejar rastro. Tan sólo una semana en las garras del Destructor de almas es suficiente para ellas. Cuando las encuentran están emocionalmente rotas, como enterradas vivas en su propio cuerpo. Pocos días antes de Navidad, el Destructor de almas vuelve a actuar. Y ahora su objetivo es un lujoso centro psiquiátrico con un pasado lleno de horror, y aislado del exterior debido a una tormenta de nieve.
En el presente y de la mano de su profesor, dos estudiantes de psicología participan en un experimento que consiste en estudiar el expediente médico de un paciente de aquella clínica psiquiátrica privada de Berlín que, actualmente, se mantiene cerrada al público. En medio de los acontecimientos se hallan el joven Caspar, un paciente que sufre amnesia, incapaz de recordar quién es, y también un asesino en serie conocido como el Destructor de almas.

Opinión: Pongamos que nos encierran en una habitación donde tan sólo existe una bombilla en el techo que no nos permite ver las paredes, ni si hay más muebles que la mesa y la silla, desnudas bajo la difusa luz de la bombilla de bajo voltaje. Pongamos que, con el pánico en el cuerpo nos dicen que solamente nos dejarán salir si leemos el manuscrito que hay sobre la mesa y que, al ver la primera página, comprobamos que es un guión de una de las películas de la saga Saw. Pongamos que, además, ponen en marcha un equipo estereofónico con sonidos hirientes a los oídos como un tenedor rascando un plato, unas uñas sobre una pizarra, graznido de cuervos, respiraciones ahogadas o puertas rechinando. Bien, esto es lo que uno percibe al leer la primera parte del libro El experimento de Sebastian Fitzek. Pongamos que, de golpe nos abren las luces de la agobiante habitación donde nos encontramos, y comprobamos que estamos en una sala repleta de muñecos y juguetes antiguos llenos de polvo y que las paredes son espejos de feria, de esos que nos deforman la silueta. Por un lado, un suspiro de alivio nos vaciará los pulmones pero, por el otro, seguiremos teniendo esa congoja característica de las situaciones propensas a dar miedo. Pues eso es lo que sentí en la segunda parte. El experimento es una novela con unas muy buenas perspectivas, que nos lleva a un final inesperado y sorprendente, hasta aquí todo correcto. Lo malo es cómo nos lleva, con una prosa deslavazada y escrita como a trompicones, donde da la sensación que quiere transmitir tantas cosas en una línea que termina escribiendo como si fuera William Burroughs juntando los recortes de palabras para documentar la utópica segunda parte de El almuerzo desnudo.
En definitiva, novela de terror psicológico donde lo que más ha impactado a mi psique ha sido su irritante manera de escribir. Pero no está mal.

Valoración personal (0 a 10): 6,8

No hay comentarios:

Publicar un comentario