viernes, 5 de marzo de 2021

Linea de fuego de Arturo Pérez-Reverte

En la noche del 24 al 25 de julio de 1938, durante la batalla del Ebro, 2.890 hombres y 14 mujeres de la XI Brigada Mixta del ejército de la República cruzan el río para establecer la cabeza de puente de Castellets del Segre, donde combatirán durante diez días. Sin embargo, ni Castellets, ni la XI Brigada, ni las tropas que se le enfrentan en Linea de fuego existieron nunca. Las unidades militares, los lugares y los personajes que en esta novela aparecen son ficticios, aunque no lo sean los hechos ni los nombres reales en que se inspiran. Fue exactamente así como padres, abuelos y familiares de numerosos españoles de hoy combatieron en ambos bandos durante aquellos días y aquellos trágicos años.

La batalla del Ebro fue la más dura y sangrienta de cuantas se han librado en nuestro suelo, y sobre ella hay abundante documentación, partes de guerra y testimonios personales. Con todo eso, combinando rigor e invención, el autor más leído de la literatura española actual ha construido, no ya una novela sobre la Guerra Civil, sino una formidable novela de hombres y mujeres en cualquier guerra: un relato ecuánime y fascinante donde se recupera la memoria de nuestros padres y abuelos, que es también nuestra propia historia. Con Linea de fuego, Arturo Pérez-Reverte sitúa con sobrecogedor realismo al lector entre quienes, voluntarios o a la fuerza, estuvieron, no en la retaguardia, sino peleando en ambos bandos en los frentes de batalla.

Opinión: ¿Puede una novela bélica convertirse, sin percibirlo, sutilmente, en una oda poética? ¿Hasta qué extremo puede un autor llegar a ser domador del léxico para transformar una novela que describe el horror de una batalla encarnizada y, para más inri, con vocablos descarnados, a hechizar al lector hasta un límite que, este mismo lector, sonría, llore, padezca, se hiera e, incluso, muera con cada una de las particulares historias que conforman Linea de fuego?

Arturo Pérez-Reverte es un maestro de la nigromancia léxica, con poderes para invocar los espíritus agazapados de las palabras hasta convertirlas en plumas, puñales, abrazos y balas según la ocasión lo exija.

No obstante, debo ser sincero y hablar del sabor extraño que me dejó la finalización de la lectura de Linea de fuego; si los personajes, en lugar de llamarse Gines, Pato, Julián, Jaume, …, se hubieran llamado Julius, Porta, Hermanito, Viejo, Gregor, …, y si los hechos de la novela no ocurrieran en un inventado pueblo llamado Castellets del Segre sino en un poblado ucraniano llamado, por ejemplo, Kastelletskov del Dniéper, bien podría estar hablando de una novela de Sven Hassel.

Tras reflejar este detalle, no puedo dejar de sacarme el sombrero – como casi siempre – ante la hipnótica audacia literaria de Arturo Pérez-Reverte y su fábrica de palabras, al haber convertido una novela bélica, de casi setecientas páginas, en una experiencia emocional, vital y sobrecogedora.

Valoración personal (de 0 a 10). 8,3

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