domingo, 2 de enero de 2011

Feliz Deseado 2011

Se inicia un nuevo año llamado 2011 y, sobre el cual, muchísima gente ha –hemos- depositado todas nuestras fuerzas, energías y esperanzas para que demuestre, desde el primer día, al 2010 lo que significa ser un auténtico buen año.

Si nos atenemos a los titulares de los periódicos, los augurios no son buenos: suben los precios, se mantienen y crecen las cifras de parados, la economía sigue siendo un absoluto caos y, mientras que los provocadores de esta hecatombe económica siguen en sus puestos de trabajo cobrando insultantes sueldos, participaciones, porcentajes y beneficios, los trabajadores de clase media se mantienen a flote como Leonardo di Caprio en Titanic, esto es, cada vez con menos fuerza en los brazos y con el corazón y el cerebro congelándose. Y digo clase media por nombrarnos de algún modo porque, consciente o inconscientemente (dejemos siempre una duda sobre el horizonte de la psicología humana), los altos mandatarios están consiguiendo lo que no existía desde principios del siglo XX o desde la misma Edad Media; el escalafón entre riqueza y pobreza cada vez es más fino, resbaladizo y resquebrajado.

Lo que más temo es que el nuevo año padezca de lumbago o ciática y, desde el primer momento, sea incapaz de aguantar la enorme presión que le hemos puesto sobre sus recién formados hombros. Vaya por delante mi ofrecimiento a servirle de consejero para lo que necesite; mi experiencia le puede servir para no caer en los mismos errores donde cayó su nada añorado predecesor. Y si a esto se le une la también experiencia de todos los humanos que han pasado –o todavía están pasando- por lo mismo, más la ilusión que tenemos para ayudarlo, acompañarlo y mantenerlo en pie mientras da sus primeros pasos, espero que el 2011 tenga la suficiente confianza en sí mismo como para llevar adelante todos los deseos, esperanzas y magia que los humanos de corazón noble le hemos pedido.

Y que nuestros ojos lo puedan ver.

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