miércoles, 21 de julio de 2010

En paro...

Que tortuoso es comprobar que eres un mueble más de la habitación, una mera reducción en el espacio vital de la soledad, una frustración que respira, un elemento laboralmente nulo, another brick in the wall… in the wall de las lamentaciones.
Estoy en el paro. En paro. PARO.
La rabia y mala leche que te fluye por las venas es como el aceite del motor cuando has pasado el periodo de revisión…, crees que todavía funciona pero, en realidad, es un líquido negro y nauseabundo que, como el colesterol, se agarra cual parásito a las cavernas venosas para atajar la correcta circulación del oxígeno; el cual, teóricamente, debe llegarte hasta el cerebro.
En estos casos, lo mejor es hacer como con el colesterol mismo. Olvídate de los sinsabores, culpabilidades, de si tus jefes lo podrían haber hecho mejor o si sus irresponsabilidades llevaron a la empresa al punto sin retorno. Olvídate de todo esto, don’t blame it on anything and anybody porque quien no trabaja eres tú, no tus circunstancias.
Tu familia es quien recibe tus impulsos, tu pareja la que hace de parachoques de tus cabreos, desesperaciones y cambios de humor, tus amigos son los aislantes de la diaria realidad. Nada tiene más importancia que sobreponerte al destino presente y levantarte lo antes posible para que el futuro laboral te reciba con la cara lavada y recién peinao.
Tengo cuarenta y ocho años, dos licenciaturas y cinco idiomas. No puedo bajar de marcha, he de mantener la quinta mientras preveo los cruces de caminos y los malditos cambios de destino sin peligro ni miedo a un accidente.
Sé que sé trabajar.
Sé que sé dirigir.
Sé que nunca me han caído ni he tirado los anillos por trabajar más duro, más fuerte, más rápido.
Confío tanto en mí que mi mente se llena de certidumbre, ahuyentando la incertidumbre de saber que no soy yo quien me ha de de dar trabajo a mí mismo sino los demás, aquellos que no me conocen pero a los que deseo conocer, aquellos que no saben de mi experiencia pero que buscan un experto, aquellos que sé que me están buscando porque soy su persona adecuada para el puesto adecuado.
Anhelo que ese encuentro entre ellos y yo se produzca lo antes posible porque necesito trabajar.
Quizás soy un gilipollas redomado pero… ¡me gusta tanto trabajar!

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