En los 15 años transcurridos desde que editó
su revolucionario y aclamado segundo álbum, titulado Tourist, donde dejaba
anonadados a los aficionados del jazz y los fanáticos del downtempo por igual,
el francés Ludovic Navarre se ha mantenido relativamente tranquilo.
Parecía como si el famoso productor se
hubiera quedado sin muchas cosas que decir tras haber logrado una hazaña casi imposible,
al unir bajo el techo de un mismo disco a dos audiencias tan alejadas una de
otra; hasta la aparición de su tercer trabajo y que lleva por título el
seudónimo que le ha hecho famoso, St. Germain. En este álbum, si bien se
percibe el sello definitorio de su responsable, es decir, su inclinación por
combinar las pulsaciones deep house de principios de siglo con instrumentación
cool jazz, Ludovic Navarre aka St. Germain adquiere un nuevo sabor por la
fusión con world music, especialmente con la música mande, originaria de Mali.
Con esta apetitosa mezcla, Navarre infunde
una nueva vida a sus ya revolucionarias producciones y deja una nueva obra de
arte para esa minoría que nos gusta, tanto la buena música fusión como un plato
tradicional con toques exóticos y vanguardistas.
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