Quizás Dios juega a
los dados con el destino de los mortales, desperdigando las piezas de un
rompecabezas que siempre vuelve a unirse de un modo u otro. Acaso sea el azar
el que nos arrebata aquello que más amamos, pero puede que todo lo que nos
ocurre no sea sino el resultado de nuestros propios actos. Estas son las
preguntas que atormentan a Eduardo, un pintor para quien nada tiene sentido
tras la muerte de su mujer y su hija en un accidente de coche. Una famosa
violoncelista, Gloria Tagger, le dará una razón para seguir viviendo al
contratarlo para pintar un cuadro: el retrato de Arthur, el autor de la muerte
de su hijo.
Aceptar ese reto
desencadena una cascada de sentimientos que durante muchos años han permanecido
ocultos; con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor
mantener cerradas, pero que, una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a
cerrar.
Opinión: Hay ocasiones que
un autor del que esperas mucho te deja con un sabor agridulce en la boca, más
amargo de lo que deseabas y, Víctor del Árbol y su Respirar por la herida es uno
de estos casos.
Tras la Tristeza del samurái, honestamente me esperaba más,
mucho más. No niego que es un libro muy bien entrelazado, con unos personajes
bien construidos y bla, bla, bla, pero cuando te das cuenta que algunos
párrafos –e, incluso, casi un capítulo-, los estás leyendo en diagonal, es que
hay un problema, Houston.
Valoración personal (0 a 10):
5,1
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