Vuelve Hércules
Poirot, el detective más famoso y brillante de la historia de la novela negra,
que ha conquistado a más de dos billones de lectores en todo el mundo.
Londres, 1929.
Hércules Poirot está cenando en el café Pleasant cuando una mujer irrumpe en el
local y le confía que alguien está a punto de matarla. Le ruega que no
investigue, pues con su muerte, dice, se habrá hecho justicia. Unas horas más
tarde, tres personas son asesinadas en un elegante hotel londinense. Poirot no
puede evitar involucrarse en el caso pero, mientras él se esfuerza en ordenar
todas las piezas, el asesino se preparar para volver a matar.
Opinión: Aprendí a leer, a
emocionarme, a viajar mentalmente gracias a las novelas de Enyd Blyton y Julio
Verne. Amé la novela negra y detectivesca gracias a Agatha Christie y su
inigualable Hercule Poirot. Cuando leí que se iba a publicar un nuevo caso del
famoso inspector belga, y que habían sido los mismos descendiente de Ms.
Christie quien habían escogido a Sophie Hannah como la escritora que lo hiciera
realidad, no dudé ni un momento en que Los crímenes del monograma podía llegar
a ser uno de los libros de cabecera. Mon Dieu, quelle erreur!
No niego que la
trama es ingeniosa, que tiene un cierto aire Christie, que el Londres de
principios de siglo XX está bien definido…, ¡pero hacer que Hercule Poirot sea
un histriónico hombrecillo irascible e irritante hasta querer decir basta e
idiotizar al capitán Hastings a un nivel de babilla cayendo por el mentón es
pasarse mucho! Quizás Sophie Hannah leyó todas las novelas de Agatha Christie;
pero he dicho quizás; porque si las hubiera leído de veras habría sabido que
Hercule Poirot es inalterable, cargante a veces, irritante en otras, pero nunca
histriónico hasta la comicidad como lo ha descrito ella.
Señora Hannah,
debería haberse empapado de la serie televisiva protagonizada por el magistral
David Suchet. Le habría ido muy bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario