Perillán es un muchacho de diecisiete años
que sobrevive buscando objetos de valor en las cloacas del Londres victoriano.
Tras una reyerta en la que defiende a una joven de un par de rufianes
violentos, un periodista que responde al nombre de Charles Dickens queda
impresionado por la valentía y la ingenuidad del muchacho, y le anima a
averiguar la identidad y los motivos de los agresores. Cuando Perillán empieza
la investigación, se ve envuelto en una serie de incidentes que le convierten
en una celebridad… No tardará en conocer a los políticos y personalidades más
relevantes del imperio y tendrá que enfrentarse a un complot con insospechadas
repercusiones internacionales.
Opinión: Quien me conoce
sabe de mi admiración hacia Terry Pratchett -de quien, aún a día de hoy, siento su marcha- y sus novelas; fueran las basadas en el Mundodisco o las escritas junto a Neil Gaiman o Stephen Baxter. Si
se añade que, a ciencia cierta, una de mis reencarnaciones vivió en el Londres
del siglo XIX, se comprenderá mi ansia en leer Perillán.
Y, como todos los
libros del gran maestro del sombrero, no me decepcionó ni un ápice y, aún a
pesar de no girar alrededor del Mundodisco, sus personajes tienen ciertas
semejanzas con los habitantes del mundo paralelo más famoso de la historia de
la literatura –no me digáis que Robert Peel no tiene semejanzas a Samuel Vimes,
o que Onán no es recuerda al perro Gaspode, o que Londres es muy parecida a
Ankh-Morpork, o…-, pero no puedo
colocarla en la misma estantería que Imágenes en acción, Mort,
¡Guardias!¡Guardias!, Ronda de noche o El atlético invisible, por nombrar
algunas de sus obras de arte.
A pesar de ello, la fusión de Pratchett y
Dickens no puede dejar indiferente a nadie que ame un buen libro entre las
manos.
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