¡Qué
poco importan las creencias de cada uno cuando la belleza te penetra por cada
poro de la piel!
¡Qué
ridículas se escuchan las arengas esquizofrénicas de aquellos que predican su
religión como la única y perfecta, mientras sus manos entrelazan un cinturón de
bombas o una metralleta candente, cuando tus ojos se embriagan de color, paz y
magnificencia!
La
Sagrada Familia no es un recinto de plegaria. La Sagrada Familia no es,
solamente, un espacio de recogimiento. La Sagrada Familia no es, únicamente, un
lugar de culto católico; es mucho más que todo ello. Es un museo a la belleza,
a la luz, a la Naturaleza, a lo más íntimo del ser humano; esa intimidad que subyace en lo más intrínseco, en lo más profundo, en ese lugar recóndito donde tu ser sabe que sólo tú estás y eres.
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