El Papa ha muerto.
En la Capilla
Sixtina, a puerta cerrada, ciento dieciocho cardenales procedentes de todos
los rincones del globo emitirán su voto en la elección más secreta del mundo.
Son hombres de fe. Pero tienen ambiciones.
Y rivales.
En las próximas setenta y dos horas uno de
ellos se convertirá en el líder espiritual con más poder de la tierra.
Opinión: Tema interesante
que me atrajo desde el primer instante, inicio apetitoso donde los haya, con
una descripción directa, concisa y muy atractiva de todos y cada uno de los
protagonistas de la trama, argumento muy bien llevado, muy bien escrito, sin
concesiones a la galería y con una desenvoltura profesionalmente perfecta, los
ríos que fluyen entre las líneas de cada uno de los personajes se entrecruzan,
se interponen, se entrelazan con una gran maestría y creando que todos tus
sentidos estén alerta ante posibles cambios que te descoloquen… hasta que… ¡NO!
¿Alguien puede decirme qué le ocurrió a Robert Harris cuando escribía las
últimas cincuenta páginas del libro? Como se dice coloquialmente, ¿se bebió el
entendimiento? O, quizás, ¿se bebió algo más fuerte que le provocó un jamacuco de aquí te espero? Porque, si
no es así, no me lo explico. Un libro que el transcurrir de las páginas se
convierte en un goce absoluto y, de golpe, cual coitus interruptus, jodidus y dolorosus, te lleva por caminos que
ni sabías que existían ni tenías, siquiera, ganas de conocer, vamos que los
caminos de Úbeda son una autopista interestatal en comparación con lo que te
presenta Robert Harris en esas
últimas páginas.
Cónclave era un libro al
que, perfectamente podría haberle dado una puntuación superior a 8 y que, por
ese desconcertante delirium tremens
literario se convierte en uno de los peores libros que he leído últimamente.
¡Qué pena!
Valoración
personal (de 0 a 10): 6,4
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