lunes, 24 de abril de 2017

Galveston de Nic Pizzolato

Alto, corpulento, con barba y melena, sombrero de ala ancha y botas de cowboy, el texano Roy Cody lleva unos años ejerciendo de matón profesional en Nueva Orleans. Roy es un tipo tranquilo, comprensivo, capaz de ver el lado filosófico de las cosas, lo cual no le impide ser implacable cuando la ocasión lo requiere. Pero su vida da un giro radical el día que le diagnostican un cáncer avanzado. De pronto, sus puntos de referencia se trastocan, y el relieve de la realidad cobra una nueva dimensión. Ante la sospecha de que su jefe, el poderoso extorsionador Stan Ptitko, quiere quitárselo de encima, Roy se despoja de sus ataduras e inicia una frenética carrera hacia un horizonte desconocido, donde su encuentro fortuito con una joven desamparada le brindará, tal vez, la ocasión de darle un nuevo sentido a su existencia.

Con una historia trepidante, ambientada en paisajes desolados y protagonizada por personajes que huyen pese a saberse condenados, antihéroes que lo han perdido todo excepto la dignidad, Galveston es el debut como novelista de Nic Pizzolato.

Opinión: Decidí comprarme la novela sólo con ver quien la escribía, Nic Pizzolato, el creador de la fantástica serie televisiva True Detective. Ya sé, que la primera temporada fue muchísimo mejor que la segunda, que el dúo interpretativo de Matthew McConaughey y Woody Harrelson superaba con creces el formado por Colin Farrell y Vince Vaughn, pero, digan lo que digan, la segunda temporada tenía un guion de la hostia, a pesar que fue escrita y realizada bajo presión de la cadena HBO.
La novela me atrapó como la serie, desde el inicio. Los personajes de Roy y Rocky, la relación que se establece entre ellos casi en plan road movie, teniendo siempre presente la enfermedad de él; Tiff, la niña de cuatro años, Stan, Carmen,…, como un elenco estelar de primeras figuras en un TV serie, Galveston avanza sin cortes de cámara ni montajes al uso por una carretera cubierta de accidentes vitales, de moscas aplastadas en el cristal delantero del automóvil y de cenicero repleto de colillas nauseabundas, pero con la ventanilla bajada y la música sonando por los altavoces, en una comunión íntima y dura entre el bien y el mal.

Valoración personal (de 0 a 10): 8

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