En medio de las gélidas estepas mongolas,
la inspectora Oyun, ayudante del comisario Yeruldelgger, se topa con una escena
difícil de interpretar: un jinete y su caballo yacen aplastados bajo el lomo de
una hembra de yak que parece haber caído del cielo. La misma sorpresa
experimenta su jefe cuando, en un desfiladero del macizo del Otgontenger, se descubre el cadáver de
un hombre que sólo puede haber acabado ahí... precipitándose desde las alturas.
Y para cerrar el círculo de hechos insólitos, el mismo comisario es detenido
como sospechoso del asesinato de Colette, una amiga prostituta a la que había
ayudado a rehacer su vida. Sumido en la perplejidad y temiendo ser víctima de
una trampa, Yeruldelgger acomete una investigación clandestina que generará
tensiones con su equipo, reabrirá viejas heridas con su hija Saraa y provocará
la intervención de los maestros shaolin del séptimo monasterio en el que fue
criado. Pero la situación da un vuelco completo con el hallazgo de los cuerpos
sin vida de un grupo de niños dentro de un contenedor en el puerto de El Havre. Pese a los miles de
kilómetros que separan Mongolia de Francia, las pistas acabarán por
cruzarse para destapar un caso de corrupción y abusos a todos los niveles que
afecta a las más altas esferas de diversos países, desde Europa hasta Asia.
Opinión: Bien, nos
encontramos con una nueva investigación de nuestro policía con el nombre
impronunciable acompañado, como de costumbre, por Oyun, Gantulga y Solongo.
Este volumen tiene un inicio de los más
duro, con un hombre encontrado muerto en una postura desafortunada y
completamente congelado en las llanuras de Mongolia.
Seguimos a Oyun en esta investigación, mientras que Yeruldelgger, por su parte,
también está en un caso. Realmente disfruté poniendo pie en tierras nómadas en
pleno invierno, las expectativas parecían muy interesantes y te das cuenta con
rapidez que el asunto tiene raíces mucho más profundas de lo que uno pudiera
haber pensado a primera vista, e iba disfrutando de la novela hasta que… catacrac, la novela se desboca. ¿Sabes
esa sensación que tienes cuando, por televisión, ves al jinete que empieza bien
domando un caballo salvaje pero que, poco a poco vas percibiendo que el caballo
está jugando con el jinete y que, en breve, éste dará con sus huesos en el
suelo? Pues eso, Tiempos salvajes
empieza a perder fuelle, a dar bandazos de un lado a otro completamente
incongruentes, a entrar en una dinámica de violencia gratuita que te
desequilibra, llegando a situaciones completamente surrealistas e inútiles. Leí
algunas escenas de acción preguntándome el porqué de ellas. Confieso que debido
a eso, terminé perdiéndome un poco en las explicaciones sobre el porqué y el
cómo del caso. No había necesidad de ir tan lejos. Aun así, la novela me gustó
hasta esas sobreexplicaciones y últimas escenas de acción, no tan buena y mucho
menos creíble que Muertos en la estepa,
pero sólo por la descripción de la Mongolia
hibernal vale la pena.
Valoración
personal (de 0 a 10): 6,7
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