Marzo de 1937. Mientras la Guerra Civil sigue su trágico curso,
una nueva misión lleva a Lorenzo Falcó hasta Tánger, turbulenta encrucijada de espías, tráficos ilícitos y
conspiraciones, con el encargo de conseguir que el capitán de un barco cargado
con oro del Banco de España cambie de bandera. Espías nacionales, republicanos
y soviéticos, hombres y mujeres, se enfrentan en una guerra oscura y sucia en
la que acabarán regresando peligrosos fantasmas del pasado.
Opinión: Tras la
interesante lectura del nuevo personaje creado por el galardonado escritor
murciano, Falcó, poco tenía que
pensar cuando llegó a mis manos el segundo capítulo de esta serie, titulado Eva.
En este caso, el espía franquista Lorenzo
Falcó, antiguo agente secreto de la República
y con un pasado como traficante de armas, se encuentra con la agente soviética
Eva Neretva en medio de una tormentosa historia en la ciudad marroquí de Tánger -población que en esa época, y
tras la firma de la Conferencia de
Algeciras, se estableció como un condominio de varios países conocido bajo
el nombre de Zona Internacional de
Tánger-, donde un mercante republicano, y con treinta toneladas de oro con
destino a Rusia, debe atracar
perseguido por un destructor de la Armada fascista. Cada uno por su lado, ella
tratando que el oro llegue a Moscú y
él con el objetivo de robar el oro y dárselo al ejército sublevado, sin
olvidar las cuentas pendientes que ambos personajes tienen de un pasado juntos
a nivel personal, como ya nos dejaron patente en la anterior novela.
Falcó es un personaje que, a pesar de su
cinismo, hipocresía, chaqueterismo e
indiferencia hacia la raza humana, no te cae mal sino que, incluso, esos
defectos descritos llegan a convertirse en una armadura que, en más de una
ocasión desearías poseer personalmente. Lorenzo Falcó es de esos personajes que
Arturo Pérez-Reverte retrata tan
bien en sus novelas, especialmente su otro personaje internacional, el capitán
Alatriste, con un carácter fuerte, propensos a la soledad pero sin dejar pasar
dama o moza que se ponga a tiro, y con una fuerza interior, altivez y
personalidad, que los enfrenta a desafíos donde las luchas internas y externas
son su alimento.
No importa en qué bando se compita, no
importa quién les pague su salario, no importa hacia dónde se decante la guerra
o batalla en la que están involucrados porque, tanto Alatriste como Falcó son
felinos que siempre intentan caer de pie, a pesar que, en cada aventura pierdan
una vida interior. Muy recomendable su lectura.
Valoración
personal (de 0 a 10): 8,1
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