jueves, 10 de mayo de 2018

Kelly Lee Owens y su debut discográfico


¿De quién es mejor leer las críticas? ¿De aquellos que no tienen conexiones con el artista y están juzgando basándose únicamente en la música, o aquellos que saben mucho acerca de dicho artista pero albergan cierto sesgo, sea positivo o negativo? Las sorpresas y las decepciones vienen de vez en cuando, pero la previsibilidad juega un papel importante cuando se tiene en cuenta al crítico y sus gustos y, además, para ciertos músicos, es mejor dejar su trasfondo en la oscuridad, como un misterio deliberado. Ese es el caso de Kelly Lee Owens y su trabajo de debut. Su nombre no me dice nada y la portada no me proporcionan ningún margen de discernimiento.
Dado que cada una de las diez canciones podría ser un punto culminante, es difícil decidir sobre un punto de partida. En casos como estos, comenzaré por el principio. S.O, junto con Anxi, representa el catálogo de bondad que sigue con la voz reseca de Owens que se balancea elegantemente al ambiente tropical. Los tambores sintéticos golpean suavemente, las ráfagas de viento en la distancia, y las respiraciones huecas llenan el aire vacío. Añadir a esto el equilibrio, la paciencia y el profesionalismo, y es sorprendente saber que esto que estoy escuchando es un álbum de debut, y estos dos temas son de los mejorcito en pop-art que he escuchado en años. Pero es que del pop art pasamos al minimal techno en temas como Bird y CBM –en mi opinión, los temas más débiles del álbum-, para irnos a un ambiente trip-hop con Keep Walking, que podría haber sido escrito por Zero 7 o Telepopmusik.
Hay dos canciones que no he mencionado todavía, y ambas merecen un lugar prominente en el tótem de Owens. Totalmente representativos del álbum en su conjunto, forman la excelencia con dos fundamentos tremendamente diferentes. Junto con S.O y Lucid, Throwing Lines completa el trío ambient pop esencial, convirtiéndose en el más brillante y completo en el proceso. Luego está 8, donde Owens impone una belleza exquisita contando con un bucle de bajo continuo de tambor que se entrelaza con los propios sintetizadores y da un excelente cierre al disco.
En definitiva, un trabajo donde nada está desenfocado, todo es compacto, preciso y declarativo, y ésta es la seguridad de que me encuentro ante el inicio de una carrera trascendental, porque Kelly Lee Owens, con su debut, se merece un lugar en el pedestal de la música electrónica.

Valoración personal (de 0 a 10): 7,5

No hay comentarios:

Publicar un comentario