Un manuscrito, Siete crímenes por cópula, es hallado
casualmente en una oficina de objetos perdidos. Es el inicio de las investigaciones
de Victorino Delicado, investigador jefe de la Comisaría del barrio Espuelitas,
quien contará con la ayuda del perspicaz policía Jacinto Galí Matías. Unas
muertes que parecían accidentales se convertirán aparentemente en crímenes.
Ahora Victorino y Jacinto deberán detener a un esquivo asesino en serie, que
parece escapar airoso cada vez al acecho policial.
En medio de todo
resultará fundamental para la resolución del caso el Premio Sopitas Carvajal,
un viaje vacacional de ensueño para trece afortunados vecinos del barrio,
compradores del sobre ganador en el colmado Garbanzos Betanzos. Entre ellos se
encuentra el temible criminal.
El caso parece no
llevar a ningún lugar, hasta que el autor-editor Margarito Micifú, perplejo por
las rugosidades del caso, decide investigar por su cuenta. En su búsqueda se
topará con religiosos de turbio pasado, científicos excéntricos, traficantes,
un juez corrupto, el ángel Serafín y las pulseritas Cleofás. Todo ello se
relacionará entre sí de un modo sorprendente. Las autoridades están avisadas y
harán bien en tomar las medidas que aconseja Margarito. No estamos ante un
juego ni ante una novela de ficción. Todos los hechos son reales, y están
debidamente comprobados. La tranquilidad de Espuelitas debe mantenerse a toda
costa.
Opinión: Margarito Micifú, seudónimo del entomólogo Xavier Sistach, es un cachondo de mucho cuidado, y la lectura de Siete crímenes por cópula es el proceso medio
continuado para aprender, de un modo experto, el movimiento compulsivo de la
mitad del labio superior hacia arriba como expresión de sonrisa medio forzada,
a no ser que, de improviso, una media carcajada se inicie en el fondo de tu
garganta
Ahora bien, si he
mencionado varias veces la palabra “medio”
es porque, en realidad, es así; la carcajada y la sonrisa que han aparecido
regularmente durante el primer tercio de la novela, van desapareciendo
gradualmente hasta una total y falta absoluta de gracia cuando se llega a su
fin.
Su inicio
histriónico te conduce agradablemente hacia una presentación –descriptiva y
dibujada- de los diversos personajes de la trama, pero cuanto más te adentras
en ella, esos mismos personajes te llegan a parecer odiosos por la reiterada
repetición de sus tics personales,
hasta el punto que deseas terminar la puñetera novela antes que no te coja un
ataque de violencia descontrolada y lances el libro por la primera ventana que
encuentres.
Afortunadamente, el
escrito tiene las páginas precisas para no morir en el intento.
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