viernes, 7 de diciembre de 2012

Shangri-la. La cruz bajo la Antártida de Julio Murillo

Evitaré hablarle en acertijos. De modo accidental descubrí un terrible secreto. Al hacerlo firmé mi sentencia de muerte, pero logré burlarla hace seis años. Desde entonces me limito a huir, a ocultarme y a intentar comprender lo que tengo entre manos. En dos ocasiones me he atrevido a deslizar pequeños fragmentos de este asunto en oídos que me parecían fiables. Y lo he pagado caro... El precio que le exijo a usted, si es que acepta conocer mi historia, se llama confianza. Necesito tener la certeza de que llegará hasta el final, de que se arriesgará conmigo. Después, deberá ser usted quien decida revelar mi existencia al resto de lectores o, por el contrario, silenciarme para siempre.
Eilert Lang. 
Biólogo de la Millenium Research 2000, expedición desaparecida en la Antártida. 

Opinión: Desde luego que el texto que transcribo arriba, y que se encuentra en la contraportada del libro, me ayudó mucho para interesarme por su lectura. Además, me informaba que había ganado el premio Alfonso X el Sabio de novela histórica y, puestos a añadir, tengo una fijación especial por los documentales, películas o novelas con temática de la locura genocida y la barbarie nazi; mi cabeza todavía no ha podido comprender cómo un ser humano puede llegar a convertirse en algo peor que un animal, en algo tan repugnante lo fue Hitler y sus acólitos. Pero esto es otro tema. 
Hablemos de Shangri-la. La cruz bajo la Antártida o, mejor dicho, las sensaciones que me ha dejado su lectura. Y la primera que me viene a la cabeza es que me lo he pasado genial leyéndolo, he disfrutado como un niño con su primero Lego, me he adentrado en la historia del científico Eilert Lang, el periodista Simon Darden y la violinista Elke Schultz como en el laberinto del Minotauro
Excelentemente escrita, con un lenguaje muy fluido pero con un rigor histórico que, durante muchos momentos, te hace dudar de la ¿verdadera? realidad. Enigmática, emocionante, repleta de aventura, sorprendente –muy sorprendente- y un largo etcétera de adjetivos, todos positivos. Una auténtica gozada. 

Valoración personal (de 0 a 10): 8,8

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