
Publicada por aclamación pùblica en Argentina, El anatomista lleva al lector a la Venecia del siglo XVI, pues este es el momento y el lugar donde Mateo Colón, el anatomista, está a punto de hacer un descubrimiento insólito: el centro del universo erótico en la mujer, el Amor Veneris, equivalente anatómico del clítoris, hasta ese momento desconocido en Occidente. Pero al intentar hacerlo público, Colón debe hacer frente al despiadado poder de la Inquisición.
Como el mismo autor explicó en una entrevista: “Estaba trabajando en una novela que transcurría en nuestros días cuando necesité cierta información anatómica. Una médica me recomendó entonces un libro que recomiendo: Historia del cuerpo humano. Yo buscaba un personaje que afortunadamente no hallé, pero en ese libro me encontré con una noticia: hubo, allá por el mil quinientos cincuenta y tantos, un anatomista italiano llamado Mateo Colón que decía haber descubierto el clítoris. El, en realidad, llamó Amor veneris al órgano que acababa de descubrir, y dejó constancia de ese descubrimiento en su libro De re anatomica, una obra difícil de encontrar, que debe estar en la Universidad de Padua, si es que se conserva, y dudo de que tenga traducción al español." Hubo datos que me llamaron la atención. Colón era un anatomista muy importante: había descubierto la circulación sanguínea pulmonar antes que el inglés Harvey y, sin embargo, no tuvo el reconocimiento que sí tuvieron otros anatomistas menores. Me sorprendió que no hubiera ninguna información sobre su descubrimiento del clítoris. Entonces uno sospecha (con ánimo de hacer ficción, además) que pudo haber sufrido algún tipo de censura y esto explicaría que el hallazgo no haya quedado registrado. Así surgió la trama aproximada de la novela. Y me dediqué por completo a ella porque no podía desembarazarme de la sensación paranoica de que si yo no escribía esta novela la iba a escribir otro". Hasta aquí, los hechos: el anatomista realmente existió, fue médico de un papa, descubrió un órgano que probablemente sea el clítoris y ese descubrimiento fue ignorado por las enciclopedias. Con estos escasos elementos arrancados a la realidad, Andahazi construyó una ficción que, por momentos, alcanza un grado de verosimilitud inquietante.
En definitiva, un libro muy fácil de leer, entretenido, profundo y muy bien narrado.
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