Llevo demasiado tiempo callado, demasiado tiempo mordiéndome
la lengua, con ataques de ansiedad esporádicos y demasiadas lágrimas nocturnas
y desveladas como para seguir en silencio.
Vaya por delante que en 1976, un año después de la muerte
del dictador y con quince años recién cumplidos, durante una manifestación
frente a la Universidad central de Barcelona y corriendo delante de una carga
de caballería nacional, los grises de aquella época me regalaban con el impacto de una bola de
goma en el costado izquierdo, regalo que me provocó llevar un hematoma de tres
pares durante varias semanas.
Vaya también por delante que siempre me ha
gustado la política, no lo niego ni me arrepiento y, además, desde los catorce
años me ha seducido siempre la idea de un país llamado Catalunya.
Pero no así. No. ¡Así no! Estoy harto de ser la red de una
pista de tenis, viendo pasar las pelotas por encima de mí y, demasiadas veces,
golpeándome directo en la sien, en el estómago o en el corazón. Estoy harto de
toda esta calaña de personajes que se mencionan políticos sin conocer el significado
de la palabra griega polis, que dicen hablar en nombre del pueblo sin
importarles la gente que lo configura, que se proclaman adalides de la
democracia cuando maman de las ajadas ubres de las tinieblas de Demoi.
Llevo años suplicando calma, tranquilidad y paciencia. Llevo
años deseando que el proceso fuera por el mismo camino que recorrió Escocia y
el Quebec, precisamente esos dos puntos geográficos que tanto mencionan los que
quieren independizar Catalunya ahora… ¡y van y lo hacen completamente
diferente!
Año 2011, el president Artur Mas, en su mensaje televisivo
de fin de año apela a reforzar los puentes entre España y Catalunya.
11 de septiembre de 2012, Diada de Catalunya. un millón y medio de personas se
manifiestan por el centro de Barcelona tras la pancarta Catalunya, nou estat d’Europa y es considerada como el
punto principal de inflexión del sentimiento independentista.
En el mensaje de fin de año de 2012, el discurso de Mas
habla por primera vez de projecte nacional y que Catalunya quería ser protagonista
del seu destí.
Bien, el señor Artur Mas, president de Catalunya pero, principalmente,
presidente del partido Convergència i Unió –SÍ, el mismo que, años antes, había
apoyado a Aznar en el gobierno de España, el partido que fue fundado por el corrupto
Jordi Pujol y el mismo que, durante tantos años se había considerado partido
nacionalista pero nunca independentista-, da un giro mareante a su protestada
forma de gobernar –recordemos las manifestaciones en contra de los recortes
sanitarios, educativos, sociales y económicos que tuvieron lugar entre 2010 y
2012-, y para esconder sus miserias, toma como quien no quiere la cosa el
estandarte de la independencia y, gracias a sus estrategias de marketing –perdón,
inciso, ¿cómo es que ningún gobierno del mundo tiene un ministro, consejero, secretario o delegado de marketing, cuando el arte de vender humo es lo que
más prevalece en la política-, el señor Mas se proclama el abanderado de la
independencia… ¡esa palabra que, tanto a él como a su partido al completo,
le daba nauseas antes de la Diada del 2012!
Se convocan elecciones y el monstruo de Frankenstein empieza
a crearse. Como no podemos autoproclamarnos independientes, unámonos contra
natura CiU y ERC. Pero, como Artur Mas no puede ser cabeza de cartel por
problemas subterráneos, ¡ponen como número 1… a un antiguo miembro del Iniciativa per Catalunya con
buena imagen!
Los llamados partidos independentistas no consiguen llegar
al 50% de los votos, pero por arte del birlibirloque de las leyes electorales,
tienen la mayoría en el Parlament… ¡uniéndose a la CUP! Sí, se ha leído bien…
Convergència i Unió, el partido de Pujol, Mas y Durán i Lleida se unen a los que ellos, años
antes, consideraban la plebe más izquierdista y radical.
Lo más jodido es que ellos seguían hablando de Escocia y el
Quebec.
Septiembre de 2017. Empieza la fusión de las películas La
escopeta Nacional, Raza, Uno de los nuestros, La ley de la calle, Sodoma,
Holocausto caníbal y No desearás a la vecina del quinto. El Parlament de Catalunya
crea y aprueba la ley del Referéndum y la ley de Transitoriedad Jurídica y
Fundacional de la República sólo apoyado por ellos mismos, yendo en contra de
la Constitución española y -¡cágate lorito!-, del mismo Estatut de Catalunya.
Todos los demás partidos de la oposición se van del hemiciclo ante el bochorno
democrático.
1 de Octubre, entre hostias policiales –cómo debían echar de
menos el uso de la porra esos fascistas con uniforme-, dos millones de personas
votan un referéndum ilegal. Repito, dos millones de personas cuando en
Catalunya hay más de siete millones de habitantes… ¡y ellos siguen vociferando
a todo ardor que el pueblo les ha apoyado y que las urnas han hablado!
Además, siguen hablando de Escocia y el Quebec pero,
curiosamente, no hablan en ningún momento del resultado de aquellos comicios…
porque el NO a la independencia venció al SÍ.
¿Quieres caldo? ¡Tomas dos tazas! Artur Mas, el que te dije, dice que Catalunya no está preparada para una independencia real. Joder, me partiría de la risa si no fuera porque el asco me provoca nauseas.
¿Quieres caldo? ¡Tomas dos tazas! Artur Mas, el que te dije, dice que Catalunya no está preparada para una independencia real. Joder, me partiría de la risa si no fuera porque el asco me provoca nauseas.
Ayer, 26 de octubre, fue uno de los días más esperpénticos,
surrealistas, decepcionantes y despreciables que he vivido políticamente en mi
vida –“dicen que el President convocará elecciones autonómicas, sale a las
13:30 a decirlo”, “vaya, se retrasa a las 14:30”, “¿Qué ahora no sale?”, “A las
cinco en el Parlament”, “Osti, tú, que no. Que a las 5 en el Palau de la
Generalitat”, “¿Ahora la última palabra la tiene el Parlament? Pues, cagada pastorets”.
Hoy, 27 de octubre, se culmina la gran pastifada, el
Parlament de Catalunya, pasando de la responsabilidad, de la cordura y del
seny, declara la independencia de Catalunya, con los votos del partido
Frankenstein y los cupaires.
Soy propietario de un pequeño establecimiento en una
población importante cercana a Barcelona. Este mes de octubre, la facturación
ha sido la mitad de la del año pasado; y no solo yo. La mayoría de tiendas de
los alrededores están sufriendo algo parecido. Ayer estuve en la empresa de un
proveedor, catalanista hasta las cejas y que, con rabia en el semblante y asco
en los ojos, me comentaba que estos mierdas de políticos nos van a destrozar
la campaña navideña, esa campaña que da entre el 30 y el 40% de facturación anual
al 80% de los las PYMES catalanas.
¿Y ahora? Preguntas:
- Ningún país con cara y ojos de Europa o del mundo
reconocerá la independencia de Catalunya. Si no somos de Europa ni de la UE
(ahora lo digo con toda la boca abierta… ¡senyor Oriol Junqueras, es usted uno
de los personajes más rastreros y mentirosos que he conocido en mi puñetera
vida!), ¿tendremos que pagar aranceles por cualquier cosa que compremos fuera
de Catalunya?
- Los del PP (putos patriotas) en España seguirán jodiendo
la marrana a todo lo que huela o suene a catalán. Total, con los pocos
diputados que sacamos allí, que les den morcilla a todos. ¿Con esos que se han
cerrado siempre en banda para hablar, hemos de hablar ahora para los temas de
financiación, fronteras, etc? ¿Estamos locos?
- ¿Quién pagará las pensiones, a los parados? ¿Dónde
cotizaremos los autónomos? ¿Qué Seguridad Social existe?
- ¿De dónde saldrá el dinero para crear las utopías
imposibilistas de los de la CUP, cuyos dirigentes cobran mensualmente el sueldo
base multiplicado por trece?
Hace dos años, durante una conversación familiar pedí calma,
tranquilidad y paciencia, hacer las cosas como en Escocia. La respuesta de
todos fue imposible, en Madrid gobierna el PP, sin recordar que los comicios
escoceses los firmó David Cameron, del partido conservador, es decir, del mismo
tipo de tronco que el PP.
Hoy, dos años más tarde, Escocia ha hecho, por dos
veces, su referéndum de independencia –repito, ambos con el resultado negativo-
y en Catalunya, pasando por encima de todos los cadáveres del pueblo, de ese
pueblo con el que tanto se emocionan, se declara la independencia… ¡por miedo a
celebrar unas elecciones autonómicas y comprobar que, a lo mejor, la mayoría
independentista desaparecería en un abrir y cerrar de ojos!
Pues, senyores i senyors, si este es el seny català que
tanto nos ha caracterizado, me reafirmo como fervoroso seguidor del marxismo
grouchista y pido, reclamo y solicito que pare el mundo que me bajo.
Por cierto, y para terminar, algún imbécil me preguntará el
por qué escribo en español siendo català. Pues bien, puedo hablar y escribir en
cinco idiomas, es decir, puedo hacerlo en el que me dé la real o república gana.
He viajado lo suficiente por el mundo para tener una pequeña idea del
significado de las palabras dignidad, respeto y educación. Este blog es mío y a quien no le guste que no
mire. Yo mismo le abriré la puerta de salida y rociaré el espacio vacío con
ambientador.
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