martes, 9 de junio de 2009

Elecciones europeas: imbécil quien se queje

La derecha ha ganado sobradamente las elecciones europeas. La derecha será mayoría en el parlamento europeo. Las políticas de derechas que han llevado al mundo a una gravísima crisis económica serán los que decidirían la política de más de veinte países europeos.
Si alguien puede explicármelo, por favor, que lo haga porque yo no entiendo nada.
Italia: Silvio Berlusconi gana con un cuarenta por ciento de los votos, a pesar de sus constantes episodios con la justicia, que si la mujer lo deja porque, según ella, le gustan demasiado las menores, que si un abogado antiguo suyo ha de pagar una multa por haber mentido en su favor, que si fiestecitas en una de sus mansiones, que si Silvio dirige el país italiano como si fuera su propia finca, que si…, pero gana las elecciones ayudado, especialmente, por el auge de la Liga del Norte, un partido xenófobo propulsor de la política de inmigración que se lleva a cabo en el país de la pasta.
U.K.: A Gordon Brown ya no le apoya ni su perro de agues. Tras el descalabro electoral sólo tiene dos vias de futuro: dimitir y hacer mutis por el foro con esa característica tan típicamente inglesa de orgullo de gentleman herido –oh, my God- o edulcorarse el té de las cinco, en su residencia de Downing Street, con azucar amargo mientras espera que lo echen.
Francia: Sarkozy vence con más de trece puntos de ventaja sobre unos socialistas franceses que siguen intentando encontrar un líder entre los buitres de su cúpula directiva.
Pero no sólo es alucinante que la derecha haya ganado tan descaradamente. Lo más acongojante e irritante es que siete partidos ultraderechistas de diversos paises (desde Hungría y Holanda hasta Francia y Finlandia pasando por el británico British Nacional Party) han conseguido entrar en el parlamento. ¿Alguien podría decirme cómo es posible? Obviamente sé que la inmensa mayoría de gente me diría que el problema principal es el paro y la inmigración, queriendo unir los dos problemas con el hecho que, si no hubiera tanta inmigración habrían más puestos de trabajo ¿Están seguros? ¿Seguro que los nativos de un país estarían dispuestos a trabajar en los puestos de trabajo que realizan los inmigrantes por los míseros sueldos que cobran? ¿Seguro que estos que se quejan soportarían el grado de racismo, esclavitud y condiciones infrahumanas en, por ejemplo, las viviendas alquiladas que los inmigrantes padecen diariamente? Pero la dolorosa verdad es que, según las elecciones, cada vez hay más gente que desearía que los inmigrantes volvieran a sus países de origen. Qué importa si se mueren de hambre, de epidemias o de guerras; lo importante es que dejará un puesto de trabajo libre. Que se utilice o no, es lo mismo, pero el puesto de trabajo existirá. Curiosamente, estos racistas de mierda son los mismos que no se quejan cuando sus gobernantes despilfarran fortunas inmensas haciendo fiestas privadas –Italia- o se pagan con dineros públicos hipotecas privadas –U.K.-, o se hacen casas de lujo en terrenos de protección oficial –España-, o deniegan una propuesta de ley para que los paraísos fiscales desaparezcan –Partido Popular Europeo.
Así nos va.
Si el cinismo y la hipocresía se han afianzado de los políticos y, cuando tenemos oportunidad de protestar, los ciudadanos sólo hacemos que mover la cabeza mientras decimos “si, bwana” con una sonrisa de alelados, cayéndonos un reguero de saliva por la barbilla y sólo un cuarenta y pico por ciento de nosotros se digna a ir a votar, no nos quejemos, tenemos lo que nos merecemos.

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